El olivo, un milenario árbol original de Siria

Damasco, 19 ene (SANA)   El olivo es un árbol antiguo y ha sido considerado símbolo de la paz a partir del relato bíblico en el que la paloma enviada por Noé regresa al arca con una rama de olivo.

Se dice que el primer olivo del mundo fue plantado en Siria hace más de cinco mil años. Los sirios no solo lo cultivaron, sino que fueron precusores en el comercio de aceite de oliva, exportándolo a Egipto y Grecia mediante el puerto de Ugarit.

Rastros antiguos fueron descubiertos en el noroeste de Siria, considerado el hogar original de este árbol. La plantación más antigua se localizó en el Reino de Ebla, en la provincia siria de Idlib (actualmente Tell Mardikh).

Como evidencia, las inscripciones cuneiformes encontradas en el Reino de Ebla están entre las más antiguas que documentan la agricultura, la producción y el comercio del aceite. El comercio del olivo fue uno de los primeros en desarrollarse en este reino, resultando ser altamente próspero.

A través de 12 inscripciones cuneiformes que datan del año 2400 a.C., se encuentra la primera documentación oficial sobre el cultivo del olivo y la producción de aceite en el mundo. Estos registros fueron hallados en los archivos de la Biblioteca de Ebla gracias a una misión italiana de la Universidad de Roma, liderada por el arqueólogo Paolo Mattei.

Las inscripciones describen tierras cultivadas con olivos en el antiguo reino sirio.

Los agricultores de Ebla fueron pioneros en el cultivo de olivos y en la exportación de aceite, tanto dentro como fuera de Siria. Según las inscripciones, en aquella época la producción alcanzaba más de 500 toneladas de aceite al año.

Además, se encontraron enormes tinajas utilizadas para comercializar este producto con Egipto, transportándolo a través del puerto de la ciudad de Ugarit.

Una evidencia que respalda lo expuesto es el jabón de laurel de Alepo, uno de los jabones más antiguos conocidos. Este producto, con un alto contenido de aceite de oliva, tiene su origen en el año 2000 a.C.

El Archivo Real de Ebla es reconocido como un valioso acervo cultural que documenta diversos aspectos económicos, tales como la agricultura, la ganadería, la producción textil, la joyería, entre otros.

En este sentido, la agricultura fue uno de los pilares fundamentales del florecimiento de Ebla. Su ubicación estratégica en la red de antiguas rutas comerciales entre Oriente y Occidente, sumada a los recursos naturales de la región, impulsó el éxito de las actividades agrícolas. Este desarrollo permitió que la agricultura no solo fuera un recurso para la autosuficiencia, sino que también facilitó la exportación de productos a regiones vecinas.

La producción de trigo, aceitunas, cebada, lana y cuero no se limitó al consumo local. Estas materias primas estratégicas promovieron el desarrollo de un sistema industrial especializado en la transformación de los recursos en productos competitivos. Como resultado, el Reino de Ebla no solo competía con países vecinos, sino que consolidó un imperio político y económico sólido, con su economía como uno de sus principales elementos de fortaleza.

Por Watfeh Salloum/fm

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