SIRIA: ¿Todavía quedan dudas?

Damasco, SANA 

Pues sí, sería la respuesta al título de este comentario: todavía hay quien se cuestiona la validez y transparencia de esta segunda elección presidencial, efectuada en medio de una cruenta guerra. Bashar al Asad acaba de ser reelegido presidente de la República Árabe Siria, con 95 por ciento de los votos. Razones para tamaña simpatía se constatan in crescendo a pesar y en medio de las vidas truncadas, de la carestía diaria de las necesidades básicas, de los niños mutilados, y miles de calamidades más. Es que, a diez años de un terrorismo local y extranjero, disfrazado de oposición democrática, el buen gobierno de Al Asad ha demostrado solidez, inteligencia y sentido táctico. Esto último se evidenció al apoyarse en la experticia militar rusa, lo cual dio un viraje a la situación.

Esto no expresa que la paz señoree en todos lados ni que la nación se haya restablecido totalmente, pero ya comienza a levantar cabeza. Y eso el electorado lo vive. No obstante, el panorama alentador sigue lejos, precisamente por los cuestionamientos de Occidente al real proceso democrático sirio. Al pedido de ayuda de Moscú a Europa, el ministerio alemán de Asuntos Exteriores declaró a la Deutsche Welle que “no habrá reconstrucción ni normalización de relaciones con el régimen sirio hasta que este participe en un proceso político creíble dirigido por la ONU. Hasta ahora, ese no parece ser el caso”.

Y es que les cuesta entender que las inclinaciones políticas hacia Bashar al Asad no son gratuitas, sino porque él, su ejecutivo y su Ejército se han batido contra fenómenos de diferente cariz y en todos han pasado la prueba. Una brevísima reseña de algunos de esos sucesos: En 2018 el opositor Observatorio Sirio para los Derechos Humanos (OSDH) tuvo que admitir que la violencia provocada por los grupos terroristas –que una vez alabó– había dejado más de 240 000 muertos y casi 11 millones de desplazados.

También un belicoso actor regional acecha. Así este 21 de abril la agencia SANA reportó que la defensa aérea repelió un ataque misilístico de Israel. La agresión, realizada desde los Altos del Golán ocupado, dejó cuatro soldados sirios heridos y considerables daños materiales. Mas el país árabe no solo desafía la hostilidad vecina; asimismo desde Norteamérica le llegan desgracias: el 6 de mayo último, el mandatario yanqui Joe Biden extendió por un año el estado de emergencia nacional con respecto a las acciones del Gobierno de Damasco, decretado en 2004 por George W. Bush. Desde entonces ya pretendían doblegar a Al Asad: la disposición posibilita el bloqueo de propiedades sirias y prohíbe a la nación mesoriental la entrada de vitales mercancías, en un terrorismo económico tan conocido aquí en Cuba.

¿Pero el pueblo y su líder se amedrentan? El 95 por ciento de votación por el Partido Baaz Árabe Socialista esclarece cualquier duda. Para cerrar, dos noticias positivas divulgadas por Prensa latina: En 2020 las exportaciones sirias superaron al año anterior en 643 000 toneladas, por un valor de 114 millones de dólares. Mientras, el país se desvela por sus niños con cáncer. El 8 de junio se inauguró un centro especializado en el trasplante de células madre hematopoyéticas. En Siria nada es fácil, pero la inmensa mayoría confía en sus capacidades y en las del presidente, reelegido por cuarta vez consecutiva. ¿Eso no significa nada?

Por MARÍA VICTORIA VALDÉS RODDA

(Revista Bohemia)

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