Los globos chinos: ¿una retórica agresiva más de EEUU contra Pekín?

Estados Unidos y China se han culpado de espiarse mutuamente mediante globos que sobrevuelan espacios sensibles y estratégicos para ambos países. La lectura geopolítica de esas acusaciones bilaterales ocurre mientras de fondo están las divergencias ideológicas, la guerra comercial, las tensiones por Taiwán y la lucha por un nuevo orden mundial.

Lo que comenzó como un incidente de un globo meteorológico, terminó como un teatro montado desde la Casa Blanca para culpar a Pekín, una vez más, de representar una amenaza para el mundo por sus supuestas labores de espionaje, asegura en entrevista con Sputnik Qian Yasui, investigador del Centro de Estudios Estadounidenses de la Universidad Jiaotong del Suroeste (Southwestern Jiaotong University).

“La razón por la que Estados Unidos está promocionando este incidente es, sin duda, para lograr los objetivos de defensa contra la llamada amenaza militar china”, sostiene el politólogo.

En opinión de Yasui, Washington “está inflando” un incidente aéreo de un globo que tenía fines exclusivamente científicos y civiles a un escenario diplomático perjudicial para la restauración de las relaciones bilaterales. Esto, asegura, socava el rumbo de la eliminación de la tensión bilateral, marcado por los mandatarios Biden y Xi durante su reunión en Bali a finales del año pasado.

Y es que las versiones sobre los globos que sobrevuelan los territorios chino y estadounidense son completamente contrarias.

El 3 de febrero pasado, Estados Unidos culpó a China de haber enviado un globo espía a lugares sensibles de su territorio para recopilar datos y convertirlos en inteligencia con fines militares. Pekín negó las acusaciones y, aunque admitió que sí era su objeto volador, aseguró que este solo tenía fines científicos y civiles, ya que se trataba solo de un globo meteorológico que se desvió hacia suelo estadounidense por causas de fuerza mayor.

Sin embargo, Washington respondió derribando el globo y las tensiones bilaterales crecieron hasta que, el 14 de febrero, el Gobierno de Xi Jinping afirmó que artefactos aéreos estadounidenses han sobrevolado “ilegalmente” el espacio aéreo chino en 10 ocasiones en un año. A la par, el Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos sostuvo que el país asiático desarrolló un programa de globos que vuelan a grandes altitudes con el objetivo de recopilar información sensible e inteligencia para el Ejército Popular de Liberación.

En esta década del siglo XXI, las relaciones entre Estados Unidos y China se encuentran en una encrucijada y tienen un precario equilibrio, considera en una entrevista con Sputnik Michelle Calderón, maestra en estudios de Asia y África con especialidad en China por el Colegio de México (Colmex).

Por un lado, dice, económica y comercialmente hay una gran correlación: Estados Unidos depende en gran medida de las manufacturas chinas y Pekín depende de las inversiones millonarias norteamericanas.

“El éxito del modelo económico chino se debe, entre otras cosas, a la apertura a la inversión extranjera, buena parte de ella de origen estadounidense. Por otro lado, la economía de Estados Unidos también se ha visto beneficiada, ya que las empresas y los inversionistas acuden a China por los bajos costos de la mano de obra y los servicios que, cada vez, son mejores. A diferencia de lo que pasó con la Unión Soviética y Estados Unidos en la Guerra Fría, en este caso no es posible romper los lazos de interdependencia sin atentar contra la economía global”, señala Calderón.

EEUU teme a China por su propuesta geopolítica

En una economía globalizada, con bloques económicos como los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) que representan un desafío directo contra los intereses económicos estadounidenses, Pekín propone un orden geopolítico que no sea dominado solo por una potencia.

No se trata, para nada, de una lectura o una interpretación externa. En Washington esta idea de “la amenaza china” es real desde hace mucho tiempo, a decir de los expertos consultados. De hecho, el 18 de octubre de 2022 el secretario de Estado de Estados Unidos, Anthony Blinken, dejó a un lado los discursos diplomáticos y las evasivas al reconocer que Pekín es una amenaza para los intereses de la Casa Blanca.

En aquella ocasión, el hombre fuerte del presidente Joe Biden admitió que el país norteamericano tiene “interés en liderar” el orden internacional frente a la que considera su mayor amenaza: la República Popular China, la cual, según él, propone un orden “profundamente antiliberal”. “¿Los valores de quién se van a reflejar en lo que hagamos?”, cuestionó en un evento en la Universidad de Sanford. “El mundo no se organiza por sí mismo”, aseveró.

Para Blinken, el liderazgo de Xi Jinping ha propiciado el surgimiento de una China muy distinta a la del pasado. “Es mucho más represiva al interior, mucho más agresiva al exterior y, en muchos casos, eso representa un desafío para nuestros intereses, así como para nuestros valores”. Según el alto funcionario, Washington busca un orden “más liberal” y de mayor respeto por la democracia y los derechos humanos.

“En la estrategia de seguridad nacional de Biden se sitúa a China como una amenaza en el ámbito militar y económico. Pero esto no es nada nuevo, de la misma manera ocurrió con Trump y con Obama, cada una con matices propios. No olvidemos que la construcción de la imagen de China como una amenaza se ha difundido ampliamente en los medios de comunicación, por lo que esta retórica agresiva tiene mucho arraigo entre la población estadounidense. Por eso, muchos sectores sociales [de este país] esperan una respuesta aún más drástica de su Gobierno a los supuestos ataques de China”, explica Calderón.

Esta narrativa antichina ha surtido efectos en regiones donde domina el conservadurismo y el Partido Republicano. En Texas, por ejemplo, se cocina una ley que pretende prohibir a los ciudadanos de origen chino que compren propiedades en el estado por “seguridad nacional”.

La propuesta de ley, llamada SB 147, fue presentada en noviembre de 2022 por la senadora republicana Lois Kolkhorst, bajo el argumento de que es necesaria para salvaguardar los intereses estadounidenses. Esta iniciativa ha provocado la movilización de la población de ascendencia china, que salió a protestar a las calles en días recientes. Entre los manifestantes había personas que, aunque nacieron en China, tienen la nacionalidad estadounidense e incluso son jubilados del Ejército de Estados Unidos.

“Una especulación maliciosa de EEUU”

Entre todo este contexto de tensiones bilaterales, los supuestos globos espía chinos conforman una lectura simplista y difícil de probar que está lejos de ser la adecuada para entender los entretelones del poder geopolítico que ostentan ambos países.

El investigador chino Qian Yasui ofrece una explicación técnica sobre los hechos. Según él, si se analiza detalladamente cómo funcionan los globos de reconocimiento y los globos meteorológicos (como el de China), se puede observar que la única razón por la que Estados Unidos se preocupó tanto por el aerostático chino es por su intento de probar la teoría de la supuesta “amenaza militar china”.

“Creo que esto es una especulación estadounidense maliciosa. Los métodos modernos de reconocimiento y vigilancia utilizan, principalmente, satélites de órbita baja, mientras que el método del globo de reconocimiento está obsoleto”, destaca Yasui.

Además, dice, “la velocidad de vuelo de los globos de gran altitud [como los meteorológicos] es muy baja y las condiciones climáticas pueden llevar objetos lejos de su objetivo previsto. Por tanto, todos estos ‘globos de reconocimiento’ [espía] no son más que objetos meteorológicos civiles”.

El Servicio Meteorológico Nacional de Estados Unidos (NWS, por sus siglas en inglés) reconoce que los globos meteorológicos pueden elevarse hasta a más de 32 kilómetros. El globo chino derribado por las fuerzas norteamericanas sobrevolaba a unos 20 kilómetros del suelo. Además, la NWS señala que este tipo de artefactos aéreos se lanzan diariamente desde 900 lugares diferentes del mundo.

“Los globos son capaces de volar mucho más tiempo que las radiosondas tradicionales. Su control dinámico de la altitud les permite además cambiar de altitud en tiempo real para realizar perfiles verticales de la atmósfera. Esta capacidad permite el muestreo de regiones de gran impacto para las previsiones, como la capa límite planetaria, así como el muestreo a gran altitud sobre la tropopausa”, explica la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos.

En el caso del globo chino, este no llegó a propósito al espacio aéreo norteamericano, sino que su trayectoria se desvió accidentalmente, según la versión de Pekín. Por ello, dice el experto, la hipótesis estadounidense sobre el espionaje no se sostiene.

“Estos no son incidentes aislados. Tomemos, por ejemplo, el reciente acceso de Estados Unidos a cuatro bases militares en Filipinas. Todo esto es parte de una preparación planificada previamente para las operaciones en el mar de China Meridional. Estados Unidos está avivando rumores que obstaculizan el desarrollo de las relaciones chino-estadounidenses. Cabe decir que estos juegos con la opinión pública y la creciente amenaza real difícilmente tendrán un impacto positivo en las relaciones bilaterales”, concluyó el especialista.

Fuente: Sputnik

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